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¿Cómo tomar decisiones estratégicas?

De las áreas funcionales a la visión global

¿Cómo tomar decisiones estratégicas?

Esta semana he comprado y leído el libro de Marcel PlanellasLas decisiones estratégicas”, como consecuencia de haber visto la ponencia que efectuó en un ciclo de conferencias organizado por Esade Alumni. Explica Planellas que el libro surgió como consecuencia de una pregunta que le hizo un directivo en un seminario que impartía. Le habían promocionado desde un área operativa y a partir de aquel momento iba a tener que tomar decisiones que de algún modo le superaban y se sentía angustiado. Planellas cuenta que le hizo preguntas para ver si comprendía la situación de la persona en cuestión. En realidad, el problema era que como consecuencia de la promoción profesional, iba a pasar de tomar decisiones operativas a tomar decisiones estratégicas, y el marco de referencia es completamente distinto. No se trata de un problema nuevo, pero sí que lo es para cada persona cuando es la primera vez que lo afronta. La visión global es distinta de la perspectiva operativa.

El libro está dividido en 2 partes. La primera parte es “El círculo de las decisiones estratégicas” donde Planellas explica el proceso dividido en tres etapas: análisis (donde estamos), decisión (que hacemos) e implementación (como lo hacemos). Este proceso debe comprenderse como una fuente de aprendizaje continuado. La segunda parte detalla 30 modelos de referencia como el análisis DAFO, el lienzo del modelo de negocio, o el círculo de oro, entre otros, todos ellos descritos de forma gráfica y sintética.

Podemos identificar las decisiones estratégicas porque son aquellas que afectan al conjunto de la empresa, no sólo a una área o función. A diferencia de las decisiones operativas, buscan provocar cambios significativos y requieren comprometer recursos en mayor medida, así es que tienen un alto grado de incertidumbre y no existe mucha información. Además, son decisiones que siempre se refieren al futuro.

En las empresas donde la gestión está separada de la propiedad, las diferentes áreas están gestionadas por managers, profesionales de su especialidad. El director de marketing, el director de operaciones, el director de fábrica, el director financiero… cada uno de ellos se ocupa de las áreas operativas respectivas y reportan a dirección. Cada uno de ellos defiende sus propios objetivos de área y enfoca sus recursos para obtenerlos. En el desarrollo de su función, van a chocar sus propios intereses con la defensa de los objetivos de las personas del resto de áreas o departamentos. Por ejemplo, si se está desarrollando un plan para aumentar las ventas, el director comercial puede proponer conceder un mayor crédito a los clientes, acción que con muchas probabilidades reportará el aumento de la cifra de ingresos. Pero ¿cuál será la opinión del financiero? Naturalmente, de entrada va a negarse, porque aumentar el crédito a los clientes va a suponer, no sólo un mayor riesgo de impagos, sino también unas necesidades financieras superiores, y cubrirlas es su responsabilidad. Así que, a nivel operativo, van a estar claramente enfrentados porque dentro de su ámbito de actuación defienden intereses contrapuestos. Para gestionar estas diferencias naturales, es imprescindible que desde la dirección de la empresa, las decisiones se tomen en un plano estratégico donde se deja de lado la operativa del día a día y se toma distancia de la perspectiva concreta del área operativa.

Dice Planellas: “Nunca he visto a nadie que sea un buen estratega sin practicar”. No puedo estar más de acuerdo. También es cierto que dirigir una empresa implica tener una estrategia, y llevarla a cabo. El problema es que a menudo, cuando el propietario es también el gerente, la estrategia la tiene en su cabeza, y al no estar formalizada de ningún modo, no se puede comunicar, no se puede hacer partícipe a más personas de la visión global. “Hay que conocer el camino, el proceso a seguir, y disponer de las herramientas necesarias, los modelos”.

Así es que, sea quien sea quien la toma, las decisiones estratégicas para una empresa son siempre difíciles, porque todas las opciones tienen aspectos positivos y negativos de difícil valoración. No podemos disponer de un audiovisual que nos muestre cómo será el futuro con la opción A y otro con la opción B para poder elegir con mayor racionalidad la mejor opción.

El libro está planteado como una herramienta que pueda ayudar a las personas que dirigen organizaciones a tomar decisiones estratégicas. Me quedo con la frase: “Las empresas del siglo XXI necesitan cada vez más directivos que sepan pensar y hacer estratégicamente”. Como todas las herramientas, es importante que se adapten a su propio contexto. Os recomiendo su lectura.

Chus Blasco
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